PUEBLOS ORIGINARIOS | PAIAKOALA, GENTE DE LA PLAYA

 


  • El Instituto Nacional de Asuntos Indigenas de la Nación Argentina otorgó la personeria juridica a la Comunidad Yagán Paiakoala de la ciudad de Ushuaia, reconociendo así a este pueblo como uno más de los originarios de nuestro país
  • Paiakoala surgió de la necesidad de los yaganes de Ushuaia de hacerse visibles y reclamar sus derecho reconocidos en las legislaciones locales, nacionales e internacionales


Victor Vargas Filgueira es un fueguino. Hijo y nieto de fueguinos en el más estricto y puro de sus significados. Por sus venas corre la sangre del pueblo que habita la costa del Onashaga (Canal Beagle) desde hace miles de años. El pueblo Yagán. Esa gente que en el pasado recorrió los canales fueguinos en sus canoas, viviendo en armonía con el entorno que para otros era hostil e inhabitable. Un pueblo que supo aprovechar lo que la tierra le brindaba para florecer. Ese pueblo que vió su estilo de vida drásticamente modificado con la llegada de los primeros colonizadores europeos, que se asentaron en estas latitudes apropiándose de sus tierras ancestrales. El pueblo que en pocos años vio diezmada su población y que a partir de un determinado momento fue declarado “extinto” por la historia oficial, acallando a su gente, su cultura y su sabiduría.

Victor Vargas Filgueiras, 1er consejero de la Comunidad Yagán Paiakoala

Durante muchos años los fueguinos crecimos creyendo que el pueblo Yagán había desaparecido, que nada de su sangre quedaba en estas tierras y que solo podíamos conocerlos por sus huesos y herramientas enterradas en la costa. Pero los vientos de la historia son muy fuertes y en los últimos años los espíritus de los ancestros volvieron para hablarnos a través de sus descendientes que durante mucho tiempo fueron silenciados e invisibilizados por una sociedad engañada por el relato de conquistadores y evangelizadores. Victor es primer consejero de la comunidad Yagán Paiakoala de la ciudad de Ushuaia. Su familia es descendencia directa de Asenewensis, un Yagán que vivió en estas tierras de la misma forma en que los ancestros lo hicieron durante miles de años, y que fue testigo del choque entre su cultura y la de los extraños que arribaron a estas costas para nunca marcharse. En Victor podemos adivinar los modos amables y sinceros de su pueblo. Su profundo respeto por la tierra, el bosque y el mar evocan la antigua relación del Yagán con el ambiente.

Asenewensis

En Victor vive el espíritu de todos los ancestros que trazaron el camino desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días. Victor es un hombre abierto, accesible, generoso al momento de compartir sus sentires y siempre dispuesto a hablar de su pueblo y sus raíces. Junto a su familia emprendieron el difícil camino de reivindicar su herencia y hacer valer sus derechos, constituyéndose como comunidad indigena, alzando la voz en la sociedad fueguina y consiguiendo, luego de muchos años de esfuerzos, el reconocimiento del estado Argentino como pueblo originario. Gracias a su lucha y perseverancia, el pueblo Yagán, que nunca desapareció de estas tierras, hoy se hace nuevamente visible entre la gente que habita las costas del Onashaga.

Catalina Yagán

La comunidad Paiakoala es un grupo de descendientes del pueblo Yagan que se congregó y constituyó ante el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas para revitalizar la lengua Yagan, y contar la historia de nuestro pueblo de la forma que nosotros la conocemos” explica Victor. “El estatuto comunitario expresa que solo podrá ser integrada por lazo sanguíneo de Catalina Filgueira Yagán, que es mi mamá, y de Carmen Filgueira Yagán, quien en vida fuera mi tía, dos hermanas yaganes que se vinieron a vivir a Ushuaia y son las responsables de que hoy existan yaganes en la ciudad más austral, ya que no hubiese sido posible si se quedaban en la reserva de Mejillones en lo que hoy conocemos como Puerto Williams” agrega. Victor, como muchos fueguinos, creció escuchando que el pueblo Yagán estaba extinto, hecho afirmado por la historia oficial fueguina que se contradecia con la realidad que el conocia. Su madre, Catalina, hablaba Yagán… era Yagán. Y sin embargo la sociedad negaba su existencia. “El tema de reconocernos como Yaganes tuvo un proceso. Siempre supimos que mamá venía de ese pueblo, pero tanto nosotros como ella, éramos víctimas del auto convencimiento producto de aquella conquista oral que decía que su mamá, y no ella, había sido Yagán” explica Victor. “En el camino de reconstruir todo,nos encontró el año 2012 sentados con mamá diciéndole que si su mamá fue Yagán, ella también lo era, y por ende también nosotros y así. Fue una reinvención que nos llevó un largo tiempo, ya que la conquista nos había liquidado. Además los grandes escritores de la época, allá por la década de los 80, hablaban de “medio, tres cuartos, mestizos”, calificando de una forma bastante ambigua a los descendientes de los pueblos, así que también por ese lado tuvimos un trabajo de limpiar conciencia y arrancar de nuevo” agrega.


Cuando Victor y su gente comienzan a percibirse como yaganes, deciden comenzar un camino hacia el reconocimiento de la sociedad. “Decidimos constituirnos como comunidad originaria porque consideramos que era muy injusto, para los que conocemos la verdadera historia, vivir una realidad en la que se hablaba de que hubo un último Yagan y ahora no hay más… era como no existir. Ese no existir me hizo indagar y de forma autodidacta comenzar a estudiar archivos y distintas cuestiones que no estaban muy al alcance de la mano y comenzar a dilucidar la historia de nuestro pueblo a partir de todo lo que fue sucediendo desde el punto de vista nuestro” explica Victor. Respecto del reciente reconocimiento del estado nacional plasmado en la personería jurídica de la comunidad, fruto de años de trabajo y esfuerzo, Vargas cuenta que “el camino hacia el reconocimiento nacional ha sido arduo. Fue una tarea dura que nos ha costado muchos condimentos, como decimos nosotros. Equilibrio, fuerza, tenacidad, valor, un conjunto de cuestiones necesarias para poder sobrellevar todo aquello. Hoy hay un reconocimiento que hemos estado buscando desde hace siete años, durante los cuales por ahí te rebotaban todos los papeles porque faltaba una coma, o faltaba alguna otra cosa, y había que hacer de nuevo tal punto del estatuto o tal otra cuestión”. El primer consejero de la comunidad explica que “En ese desgastante proceso quedó plasmado lo yaganes que somos, ya que lo que conseguimos lo hicimos con lucha. Cada proyecto que llevamos adelante nos da fuerza para seguir y ahora estamos constituidos formalmente, reconocidos, y para nosotros es el documento de identidad que nos permite borrar, literalmente, aquel pasado de negación y reemplazarlo por un futuro existencia.”

Victor Vargas dictando un taller de cesteria Yagán

Además de las cuestiones estrictamente relacionadas con los derechos de su pueblo, Victor y la comunidad Yagán se muestran muy preocupados y atentos a las cuestiones ambientales que afectan al territorio. Los yaganes son un pueblo que siempre se han relacionado de forma muy directa con el entorno natural. Desde tiempos ancestrales comprendieron que la relación con el ambiente debía ser armónica, aprovechando los recursos de forma sustentable, haciendo uso de lo necesario y preservando el resto para momentos de necesidad y escasez. Hoy la cosmovisión de los pueblos originarios ha sido dejada de lado y reemplazada por una cultura del consumo, crecimiento y desarrollo constante que empuja cada vez más al ambiente natural hacia la destrucción. “Nuestra comunidad también pretende trabajar en lo que respecta a cuidar nuestra tierra. Tener el espíritu sumergido en aquel pasado y ver la naturaleza de una forma diferente al resto de los habitantes, nos ha dado la idea de aportar en ese sentido” explica Vargas, quien relata que “empezamos a pensar en los cambios, ver todo lo que se fue perdiendo con el tiempo, como los espacios verdes, con la gente que comenzó a venir masivamente con la ley 19640, que tanto nos favorece económicamente pero que en lo referente al medio ambiente resultó contradictoria. Todo eso que nos toca vivir nos hizo creer que podíamos ser un puente para aportar en lo que refiere al ambiente, a la conservación, al acercamiento a la naturaleza. Sabemos, por ser yaganes y tener el espíritu como tales, que hay dos vidas. Vemos la vida del cemento y vemos la vida de nuestros ancestros de forma natural. Nos criamos entre los animales, haciendo vida de campo, y por eso entendemos que es necesario crear un equilibrio entre esas dos formas de vida e incorporar al día a día la idea que tiene que ver con ser parte de algo gigantesco como lo es la naturaleza y no ser dueños de ella”.

Victor Vargas en manifestación en defensa del bosque costero del Onashaga

El pasado 4 de marzo se publicó en el boletín oficial de la Nación Argentina lo que es la culminación de siete años de lucha y trabajo. A partir de este momento el pueblo Yagán es reconocido como uno más de los pueblos originarios de nuestro país gracias al reconocimiento otorgado por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. “Lógicamente sabemos de qué se trata el ser reconocidos” afirma Vargas. “Imaginate que litigamos con nuestra propia municipalidad que desconoce su propia carta orgánica donde establece el derecho a la tierra de los pueblos originarios. Tenemos una constitución provincial que también tiene plasmados los derechos de los indígenas, pero tampoco se cumplen. Hoy con la formalidad de tener un documento de identidad, como yo digo, tenemos una herramienta muy importante para la articulación de todas esas normas, leyes y leyes internacionales” relata.


Para Victor nada de todo esto se ha dado de casualidad. “Casi al unísono con la entrega del reconocimiento y los papeles de la resolución que dicen que el pueblo Yagán es uno de los pueblos reconocidos por Estado Argentino, el presidente de la Nación dice que comienza la tarea de una reparación histórica a los indígenas del país y una prórroga a la ley de emergencia territorial” relata. Para Victor, de eso se trata todo esto. “Reparación histórica, eso es lo que esperábamos cuando comenzamos este camino, y hoy llegaron los documentos que certifican que estaremos incluidos en ese proceso. Estamos felices por el logro y sabemos que se cierra la puerta de la lucha por el reconocimiento y se abre la de iniciar proyectos y tantas otras cosas que tenemos planificadas.”

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