Península Mitre | El futuro del patrimonio ambiental y cultural
- El extremo oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego, conocido como Península Mitre, es un importante reservorio de patrimonio natural y cultural y de la región
- Alberga el testimonio de los pueblo originarios que lo habitaron, restos de los primeros visitantes europeos y de las antiguas ocupaciones por parte de cazadores de lobos, buscadores de oro y ganaderos
- Cuenta con grandes extensiones de turberas, humedales que cumplen un rol fundamental para la mitigación del cambio climático
- Es el hábitat de numerosas especies animales y vegetales, muchas de ellas amenazadas de extinción
En los últimos tiempos mucho se ha hablado sobre la Península en nuestra provincia. Mientras se espera por su protección, el territorio continua bajo amenaza. Una ruta, turismo sin fiscalización, o minería, chocan de pleno con yacimientos arqueológicos, frágiles sistemas de humedales y bosques en perfecto estado de conservación, prácticamente ajenos a la presencia humana. Pero la realidad es que por el momento la península es solo un pedazo de tierra que no se encuentra enmarcado bajo ninguna categoría de protección. Hoy en día es solo un territorio que a muchos ojos aparece desperdiciado en un contexto económico complicado, en el cual la demanda de trabajo y producción aumenta a pasos agigantados y donde el paradigma predominante es el de la naturaleza al servicio de las necesidades del ser humano.
En diciembre de 2016 tuve el privilegio de visitar la zona de Caleta Policarpo, en la costa norte de la Península. Allí no llegan las rutas y la zona poblada más cercana es la ciudad de Tolhuin, a unos 100km de distancia en línea recta. Península Mitre es una isla dentro de una isla. Su condición de difícil acceso combinada con un clima extremo la ha mantenido despoblada permitiendo que su naturaleza se desarrolle plenamente libre del impacto de cualquier actividad. De las estancias que allí operaron hoy solo encontramos algunos galpones en ruinas y el ganado asilvestrado que domina el paisaje. Los cazadores de lobos marinos hace tiempo que no existen, los buscadores de oro se dieron por vencidos y los antiguos pobladores que la ocupaban en armonía con el ambiente, hace tiempo han desaparecido dejando solo los vestigios de su cultura en las rocas. La Península es un lugar tan remoto y aislado que no se encuentra presente en la conciencia general de la sociedad, y por ello es importante recordar su función ambiental y su importancia como reservorio cultural e histórico.
Un ecosistema virgen
En su gran mayoría la Península Mitre se encuentra en estado virgen, inalterada por la actividad humana. Sus bosques son de los pocos que van quedando con esa calidad ambiental en el país. Otras provincias, como Córdoba, han perdido prácticamente el 100% de sus bosques nativos y es la tendencia que se viene observando para toda la Argentina. La agricultura, la explotación forestal, los emprendimientos inmobiliarios, etc. avanzan constantemente hacia los bosques, dejando cada vez menos rincones en buenas condiciones. Encontrar bosques vírgenes en el continente es casi una fantasía. Sin embargo aquí, en nuestra isla, tenemos lugares que directamente no han sido visitados jamás por el ser humano. Península Mitre podría considerarse como un oasis ambiental para el resto del país. Recordemos que los bosques son reservorios de biodiversidad, reguladores climáticos, captadores de carbono y contienen el suelo de la erosión, entre muchas otras cosas. Solo estas funciones son muchísimo más valiosas para el desarrollo de la sociedad que cualquiera de las explotaciones que podamos realizar de ellos.
Cóndor andino en Península Mitre |
Los humedales
La Península cuenta también con otro recurso sumamente valioso (y tentador para la industria y el desarrollismo), las turberas. Se trata de ecosistemas que contienen materia orgánica muerta, derivada de plantas que se han adaptado a habitar en condiciones de abundante agua y escaso oxígeno y nutrientes. Por éstas características, se considera a las turberas como un tipo de humedal que se encuentra incluido en la Convención sobre Humedales de Importancia Internacional (Ramsar). Han sido reconocidos internacionalmente como uno de los mayores almacenamientos de carbono del mundo, que superan al de los bosques. Su rol es clave con respecto al mantenimiento de la calidad de agua, ya que funcionan como depuradoras de líquidos y el funcionamiento integral del ciclo hidrológico del ecosistema, por ejemplo previendo inundaciones. También cumplen un papel fundamental en la mitigación del cambio climático global ya que actúan como sumideros de carbono. Cerca del 95% de las turberas de Argentina se encuentran en la Provincia de Tierra del Fuego, y un gran porcentaje de ellas se ubica en la Península Mitre.
La Península cuenta también con otro recurso sumamente valioso (y tentador para la industria y el desarrollismo), las turberas. Se trata de ecosistemas que contienen materia orgánica muerta, derivada de plantas que se han adaptado a habitar en condiciones de abundante agua y escaso oxígeno y nutrientes. Por éstas características, se considera a las turberas como un tipo de humedal que se encuentra incluido en la Convención sobre Humedales de Importancia Internacional (Ramsar). Han sido reconocidos internacionalmente como uno de los mayores almacenamientos de carbono del mundo, que superan al de los bosques. Su rol es clave con respecto al mantenimiento de la calidad de agua, ya que funcionan como depuradoras de líquidos y el funcionamiento integral del ciclo hidrológico del ecosistema, por ejemplo previendo inundaciones. También cumplen un papel fundamental en la mitigación del cambio climático global ya que actúan como sumideros de carbono. Cerca del 95% de las turberas de Argentina se encuentran en la Provincia de Tierra del Fuego, y un gran porcentaje de ellas se ubica en la Península Mitre.
La historia al alcance de la mano
No debemos dejar de lado la importancia histórica de la Península y su gran valor como reservorio arqueológico. A cada paso que se dé en aquella región se estará caminando literalmente sobre un pedazo de la historia. Península Mitre da la sensación de ser un gran museo a cielo abierto. Hacia donde se observe se podrán apreciar restos de naufragios centenarios, asentamientos inexplorados de pueblos originarios, restos de estancias, establecimientos de loberos, buscadores de oro. Todo esto forma parte de nuestro acervo cultural, de nuestra historia escrita en la tierra, cuyo conocimiento y estudio resulta fundamental para entender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Cuando visité Caleta Policarpo lo hice acompañando a una expedición arqueológica y tuve la fortuna de compartir una semana de trabajo con científicos locales que me hicieron comprender la importancia de preservar estos yacimientos. Encontrar entre la arena y las rocas restos de naufragios que nadie ha visto por más de un siglo, no sucede todos los días casi en ningún lugar del mundo, con excepción de sitios como nuestra Península Mitre.
Restos del Duchess of Albany |
Un sitio a preservar para la posteridad
Todos estos argumentos deberían ser suficientes para que mañana mismo se tomen medidas en orden de proteger Península Mitre y disipar cualquier intento de explotación comercial de la región. Pensar en una ruta que atraviese aquellos bosques vírgenes, maquinas extrayendo turba, cuatriciclos y vehículos 4x4 pisoteando el patrimonio histórico, basura y botellas de cerveza en los lindes de los caminos, incendios forestales a causa de fogones mal apagados (es la triste realidad de nuestra sociedad que podemos ver en cualquier sitio de nuestra provincia frecuentado por el humano) debería causar estupor en cualquier funcionario público de Tierra del Fuego. Sin embargo, hoy por hoy la Península esta desprotegida, a merced de cualquier proyecto de los gobiernos de turno que pueden echar mano de sus tentadores recursos. Estos proyectos solo traerían beneficios a muy corto plazo, hipotecando para siempre nuestro futuro ambiental y cultural. Resulta imperativo proteger nuestro patrimonio y como sociedad debemos comprometernos y exigir que así sea.
Todos estos argumentos deberían ser suficientes para que mañana mismo se tomen medidas en orden de proteger Península Mitre y disipar cualquier intento de explotación comercial de la región. Pensar en una ruta que atraviese aquellos bosques vírgenes, maquinas extrayendo turba, cuatriciclos y vehículos 4x4 pisoteando el patrimonio histórico, basura y botellas de cerveza en los lindes de los caminos, incendios forestales a causa de fogones mal apagados (es la triste realidad de nuestra sociedad que podemos ver en cualquier sitio de nuestra provincia frecuentado por el humano) debería causar estupor en cualquier funcionario público de Tierra del Fuego. Sin embargo, hoy por hoy la Península esta desprotegida, a merced de cualquier proyecto de los gobiernos de turno que pueden echar mano de sus tentadores recursos. Estos proyectos solo traerían beneficios a muy corto plazo, hipotecando para siempre nuestro futuro ambiental y cultural. Resulta imperativo proteger nuestro patrimonio y como sociedad debemos comprometernos y exigir que así sea.
Abel Sberna
Publicada originalmente el 23 de febrero de 2017 en el suplemento Ekele de Asociación Manekenk
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